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Salvo.

Yo no pensaba que salvarse era esto. Voy a llorar y voy a reir, y te voy a amar y no voy a salvarme. Voy a golpearte, voy a matar, voy a besar y no voy a salvarme. Voy a vivir y no voy a salvarme. No me voy a salvar si no se de lo que me salvo. No voy a recobrar si no se que perdí. No quiero ser una más en el circo de la tristeza. Salvarse es algo íntimo, es algo personal. ¿Vos sabés de que salvarte? Nadie sabe hasta que te sentís. ¿Te podés sentir? Yo no quiero agotarme, no quiero mentirme, no quiero golpearme, no quiero amarme ni obligarte. Quiero abrazarme. Ir con mi cruz al lado. No encima de mí. Salvarse es eso. Saber que sos. Y que somos. Y que fuiste. Y nunca saber que vas a ser, pero saber que siempre 'felíz!' como emblema. Me doy clemencia y hasta que se me acabe el grito y vuelvo a empezar, y recobro lo que se perdí y sigo, siempre, salvandome. De lo insalvable.

Fisionomía de vos y yo.

Mitad vivo, mitad muerto. Y esa mitad viva tiene que abarcar la otra parte, se tiene que encargar de contagiar a la otra mitad difunta, o quizás no difunta, porque no falleció. Fallecer no es lo mismo que morir. Muerto se nace, fallecer se fallece cuando se cumple un ciclo. Vivimos falleciendo y volviendo a nacer pero no es el punto de la nota. No. Nunca se el punto de lo que escribo. Creo que por eso me considero mala en esto. Y en esa parte muerta está todo lo pesado, la tristeza, la soledad (la soledad es especial porque también está en la zona recargada y viva, es letal ella, siempre está, porque siempre estamos solos), y quizás, un pesado de ese pasado, la mayoría. Porque el hemisferio muerto es íntimo, es todo tuyo, nadie lo puede ver, por eso está el pasado, es tuyo, y nadie más puede entrar y mirar la casa, pero vos en cambio te conocés todas las piezas, y los muebles, y el polvo que cubren esos muebles. En cambio, la zona viva, es otra cosa, ahí está el futuro, es puro color

Sorpresa: un domingo sin suicidio.

No sé si hay que salvarse, pero sé que no lo estamos haciendo. No al menos cuando cerramos los ojos y dejamos pasar el cadáver frente a nosotros. Me pasa que salvarse me suena a "conciencia", y "conciencia" me suena a deber, a prólogo, al prólogo de la vida. Somos conscientes de esssto? De esssto; con la repetición necesaria de la letra s.  No sé de que se trata esta nota, solo quería plasmar mi vida en las últimas veinticuatro horas, o volver a contar lo que pienso de la vida a través de pensamientos, pero no, no sé.  Nos estamos salvando o matándonos en cada palabra? en cada interpretación de las cosas? de los que nos sucede a nosotros? Nuestra salvación no estará ligada a nuestra leyenda personal? Y digo leyenda, "leyenda": porque nadie más la vive que uno, la vivís vos, el otro ni siquiera la mira desde afuera, él otro es un mero lector de tu vida, y si sos buen escritor capáz que tenés éxito.  Capáz que la moral se funde mucho en esto, en que hacés,

Ahí está.

El futuro llegó hace rato y no pensé en sentirme así. O capáz que sí. ¿Sabía que sentirme así era la gracia de no saber lo que iba a vivir? El futuro llegó hace rato. A veces pasa eso, pensás que todo es bajo control, todo es fácil de conllevar, y la vida con un chasquido te da vuelta, te pega, te choca, y quedás ahí, estaqueado, muerto en vida, viendo la sangre, y vos que pensabas que estaba todo bajo control. No hablo de la vida, de sus jodas y sus desmanes, hablo de como nos llega la vida como seres que pueden sentir y que no pueden dejar el corazón quieto sin que estalle cuando el futuro llega y vos no pensaste en sentirte así. "Lo importante nutre", y qué peligro ese importante. Me da miedo cuando me arrebata la serenidad y mi alma se convierte en una bomba atómica que ya estalló y nos cambió, y el futuro ya se fue, y nos dejó ahí, bombeando sangre, sentimientos, emociones, traiciones en la sangre de vidas vividas.

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Ebrios somos más miserables de lo normal. La miserabilidad que padecemos se muere de pena cuando nos observa tirados y muertos de dolor.  Se nos consumen las entrañas por un poco de vino y nos creemos fuertes y felices en el mundo de la desolación.

Mimología

A veces me encierro en mi cuarto, en mi casa, en mi mundo y busco una cajita para guardar el alma, y protegerla de los monstruitos de afuera, y ella me agradece por ello y yo la abrazo y le digo que todo va a estar. Y me siento en la mesa y dibujo mandálas y me agradezco a mi misma por eso. Y me cuido de los montruitos y me cuido de mi misma.

Histérica

Me pasa que somos muchos y estoy entre pocos. Me pasa que estoy ansiosa y no puedo leer a Cortázar sin sufrir de la penuria ansiosa. Me pasa que quiero que me mire como yo quiero que me mire ese hombre que viene en el ómnibus, en este ómnibus. Me pasa que quiero impresionarte y que me leas la mente, no las líneas. Me pasa la vida y un montón de locuras más. Me pasa que 'locura' me parece fea palabra pero está de moda que tenga buen significado. Me pasa que hace calor y me pasa la brisita que entra por la ventana semiabierta de este ómnibus. Este ómnibus.

Sueño de una noche de verano

Madurar. Madurar es saber, es lograr ver que la vida es eso, el cielo azul, y la noche acantilada de estrellas mientras te tomás esa cerveza fría. Helada. Mientras estás ahí. Con otra mente. Otras. La vida es eso, esa noche de verano mientras nos metimos en el cándido camino de las estrellas y su poder sobre el campo que nos arropaba. Madurar es saberlo, saber que ese cielo azul que nos cubría mientras saboreábamos esa cerveza fría es eterno. La eternidad de esa noche de verano. En ese instante, en ese sabroso instante somos el placer de los dioses, su sueño de una noche de verano. Somos el festejo de la vida. Somos la vida. La cerveza. El cielo estrellado. El campo húmedo. Tu pecho. Vida.