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Mostrando entradas de noviembre, 2016

Diarios perdidos

Voy a tener que mover el recuerdo y el alma. Voy a mover el cuerpo y las entrañas y aunque lo hiciera no cambiaría nada. No puedo chocar el cielo infinito, no puedo mover una nube inamovible, no puedo mover el alma tres casilleros atrás. Y aunque quiera, aunque lo dije, aunque ese pasado yo lo anhelara, no puedo, no puedo ver el resplandor con los ojos cerrados, no puedo amarte sin saberme, no puedo abrir el alma con una llave. En cambio, puedo guardarte, puedo torcerte, puedo abrazarte y cuidarte. No puedo romperte (sos irrompible). Puedo amarte, porque sos eterno, porque cambiaste, que suerte que cambiaste. Que suerte que lo hiciste, que suerte que la encontraste, que te quedaste. Que suerte que no estás conmigo, que suerte que no te entregaste. Ahora, no puedo romperte, pero puedo abrazarte (por suerte solo estirarte, torcerte y sincharte) y cuidarte. Y guardarte. (Lo encontré en un diario del año pasado y estaba algo borroso lo escrito, lo único que hice fue una transcripci

Mucha ropa.

Hoy voy a dedicarme a escribir un post sobre mi ropa. Sobre todo la ropa que tengo en mi armario (provisorio) y que logra que mi maleta esté cada vez al borde de la explosión. Comencemos con que me puse a ordenar ropa encima de mi cama (provisoria) y era tanta, de tantos estilos, colores, diseños, etc., que me di cuenta que no me falta ropa, y lo que es mejor, tengo tanto para combinar como para elegir de que forma quiero salir a la calle. Tengo absolutamente todo tipo de prendas, y la variedad es genial. Por ende, he notado que en estos dos años de independencia en que todo comenzó con un "Hola mamá, me largo de casa" para irme a lo de mi papá para luego decirle "Hola papá, creo que me largo de casa" y terminar viviendo en una pensión de mala muerte entre prostitutas adictas al crack, venta de drogas y llantas de auto, lo que más he hecho, es gastar en ropa; ropa que me identifica; ropa que me pongo para ser diosa, para sentirme bien, para ser Nataly, y lo más di

Encuentro en el Paraíso de Kafka y Neruda.

Publico en esta entrada mi diálogo perteneciente a mi segundo parcial de Sexto Año de Literatura en el liceo IAVA. Era una niebla espesa que se acentuaba cuando más se agitaba el paso. Un ámbiente frío y desolado, pero silencioso, y en ese silencio había paz. Se sentía en lo alto, quizás Dante volvía para prevalecer, para volver a desafiar los reinos del universo, infierno, paraíso y limbo, pero no, era el simple lecho de las almas que podían verlo todo. Se encontraron Kafka y Neruda en ese lugar, y se miraron, se sentaron en un banquillo, y se reconocieron. Kakfa: Usted es Pablo Neruda, ¿verdad? Neruda: Sí, Pablo de Chile. ¿Usted? Pare, usted es Kafka! ¡El gran insecto amado por todos sus lectores! Kafka: No lo creo, quizás amado pero no por mi mismo, ojalá hubiera sentido tal dicha de la felicidad, me tocó una mirada escéptica, usted sabe, cuando se entiende mucho también se sufre mucho. Neruda: Sí, la lucha por mi pueblo costó, incluso todavía aquí con usted sient